Una pascua dolorosa mecida por un viento negro


                        
La dictadura es un tema incorporado a la narrativa latinoamericana y la paraguaya ya sea de manera explícita o implícita y muestra el miedo de los personajes en su realidad de represiones, tortura, prisión y muerte. Esta realidad socio-política, mirada de manera crítica está presente en la novela “Función patronal” de Alcibíades González del Valle como asimismo, en “Un viento negro”  donde se palpa el peso del pasado histórico- político como un elemento contundente del presente vivencial de los personajes de la obra. Todas las dictaduras latinoamericanas fueron sangrientas. Estos regímenes, apoyados por las Fuerzas Armadas se caracterizaron por su afán desmovilizador y su represión exacerbada en contra de la disidencia política. La dictadura del General Stroessner en Paraguay (1954-1989)  fue el modelo articulador para el resto de las dictaduras latinoamericanas. A través de la metodología represiva eliminaron toda posibilidad de disidencia política y se materializaron a través de figuras delictivas como: detenciones ilegales y secuestros, seguidas, en la mayoría de los casos de homicidios y desapariciones forzadas previa tortura de las víctimas, todas ellas generalmente pertenecientes a los partidos comunistas y Socialistas, así también integrantes de focos guerrilleros. La represión militar de las décadas 60-80 tuvo una característica tristemente particular en América Latina: la colaboración entre los dictadores sudamericanos para establecer una organización represiva internacional denominada “Operación Cóndor”, que ejecutó un plan sistemático y minuciosamente organizado para lograr la vigilancia, detención y tortura de los opositores al régimen, más allá de las fronteras. Este hecho se constata en la obra de González del Valle.

La novela capta y expone a sus personajes que viven en un presente absorbidos por un pasado, o en función a una realidad que ya no existe y que les sume en la desilusión, la desubicación o la impotencia. Se deduce, que sus  fantasmas los acosan y los limitan en su entorno presente. Narrada en tercera persona, la angustia existencial y el compromiso de cambiar una realidad opresiva de los protagonistas, los lleva a sucumbir por la represión ante su militancia anti dictatorial. Aquí, la narrativa de González del Valle prioriza los problemas relacionados con la dictadura en el escenario nacional, donde un proyecto de insurrección nacional se proyecta como un símbolo de mecanismo histórico – político repetitivo: el de la militancia y la represión, traducidos como el deseo de cambio social ante el sistema opresivo.
El discurso narrativo sigue un orden cronológico, aunque se incorpora el recurso del flash-backs con hechos importantes del pasado. De este modo, el presente que arranca con el golpe de Estado en febrero de 1989, aparece invadido por eventos de más de una década atrás, que se denominó en su conjunto “La pascua dolorosa”. La historia está estructurada como  un relato  en petites histories, orientados de preferencia en el presente cuyo hilo conductor, la militancia va relacionando las historias entre sí. Implícitamente se desprende de la obra, que el retorno de la democracia  no significa una recuperación milagrosa e instantánea de la conciencia histórica de la nación y de que esa recuperación restañaría las heridas profundas mediante un ejercicio aplicado y sostenido de la escritura como arqueología de la memoria y como estadio inicial de la catarsis colectiva, como se lee en el capítulo de Eva Alonso, una de las protagonistas.

“Un viento negro” nos confronta con las historias de Blas Arzamendia, Dionisio Rojas, Ramón Segovia, Raimundo Flores y Eva Alonso. La caída de la Organización Político –Militar, en la semana santa de 1976 y represión a los líderes y militantes de las Ligas Agrarias, son realidades que se enmarcan en un escenario de ficción para mostrar hechos llenos de espanto que prácticamente diezmaron a una generación, en el país. La intensidad con que incide el pasado histórico personal se evidencia en Eva Alonso o la viuda de Raimundo Flores. Otro aspecto que se evidencia es el espacio narrativo o escenario que  presenta  al Paraguay como una gran cárcel, en una sociedad que oprime, sofoca y con ambientes limitados y limitantes. También, se encuentran otros espacios - cárceles como el Departamento de Investigaciones, en Asunción; Abraham – Cué, en Misiones o la cárcel de Emboscada que adquiere la imagen de un campo de concentración de “subversivos” donde las necesidades básicas de los recluidos son irrespetadas.

 Considero que mediante relatos orientados de preferencia hacia el presente, desde el pasado, se contribuye a la innovación estructural y técnica de la narrativa paraguaya. La literatura sobre la dictadura nutre la memoria colectiva y favorece la construcción de una identidad nacional que, una vez más, hay que repensar y reformularla y “Un viento negro” nos encamina por ese sendero.

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