La pandorga

La voz le seguía hablando, despacio con una mano apartó un insecto que intentaba posarse en su oreja izquierda. Quiso levantar su mano derecha, pero permaneció en su lugar inmovilizada por una rigidez extrema. Movió los ojos, giró la cabeza y su mano izquierda dibujó figuras estrafalarias al rotar interna y externamente. Las palabras fluían de su boca como un surtidor libre. Sin embargo, no se podía interpretar el significado exacto que tenían. Era un laberinto sonoro donde los ecos se superponían en una polifonía vibrante. No supo en qué momento trepó por el muro de alambre tejido como un gato. Tampoco ahora importaba eso. Sintió nauseas, un sabor ácido y corrosivo le quemó la lengua. - Corre, no te detengas. Le repetía, la voz, una y otra vez El se perdía por senderos desconocidos, sentía que bostezaba una y dos veces. Un compañero, le tironeaba de las ropas, pero se zafaba de sus manos y seguía buscando...